Niño paga 3 mil dólares al CDN para cruzar la frontera de Nuevo Laredo; lo meten a ‘La Hielera’
Nuevo Laredo, Tamaulipas.- José Antonio es un menor de 15 años originario de la comunidad de El Bosque, en Chiapas, quien debido a la extrema pobreza en que vive su familia, decidió abandonar este pequeño poblado ubicado en la parte alta de las montañas del norte de la entidad, para buscar en Estados Unidos una mejor vida y continuar con sus truncos estudios.
El 25 de noviembre de este año tomó la decisión: “Me salí por necesidad porque quiero tener una casa (propia), porque mis padres no tienen en donde vivir”, explica este jovencito espigado, de tez morena y ojos que denotan una profunda tristeza y sufrimiento.
Sus rasgos son los típicos de las personas que habitan esta vasta región boscosa y húmeda, ya que el 93 por ciento de sus poco más de 5 mil habitantes son de origen indígena y hablan una lengua autóctona, pero cerca del 70 por ciento de sus habitantes no tienen trabajo porque viven de la tierra para el auto sustento o trabajan por una mala paga.
Es una de las razones por las que José Antonio decidió dejar su pueblo, su cultura y su familia, al igual que decenas de jovencitos que como él, dejan esta rica y productiva tierra que contrasta con la miseria en la que viven sus habitantes, aunque desde el año 2005 su población aumentó en un 30 por ciento debido a la migración interna de la entidad.
En El Boque hay trabajo porque se ubica en uno de los municipios más poblados de la entidad, pero es mal pagado, y José Antonio se empleaba como ayudante de mecánico en un pequeño taller cercano a su domicilio, lo que le permitió estudiar y terminar la secundaria, pero abandonó los estudios por la necesidad de ofrecerle una mejor vida a su familia.
“En mi familia todos trabajan en el campo, pero la paga es muy poca y el dinero no alcanza. Es por eso que mis hermanos están en Estados Unidos, en Oklahoma y en Florida, por lo que decidí salirme de mi pueblo, y le dije a mis padres que me iba del pueblo”, menciona con voz muy baja pero sin dejar de mirar a los ojos del reportero que lo entrevista.
Por momentos entrelaza los dedos de ambas manos, y nervioso, algo temeroso pero firme en sus palabras comenta que a pesar de haber sido deportado, está decidido a cruzar de nueva cuenta cuantas veces sea necesario, ya que tiene la idea fija de buscar a sus hermanos y trabajar en Estados Unidos para juntar dinero y llevarlo a sus padres.
José Antonio ya es parte de las estadísticas al ser uno más de los mil 741 niños y niñas que este año fueron deportados de Estados Unidos por haber cruzado solos o acompañados el caudaloso río Bravo.
Por tres mil dólares lo meten a ‘La Hielera’
Dos días después de salir de su comunidad José Antonio llegó a esta ciudad con la firme determinación de cruzar el peligroso río Bravo e internarse como indocumentado en Estados Unidos. No tuvo problemas en su viaje, ya que su familia hizo todo para darle algo de dinero y emprender el viaje en autobús hasta esta frontera.
Fue un viaje sin contratiempos; de Chiapas a la ciudad de México y de allí a esta ciudad, en donde se alojó en un hotel barato ubicado en el sector centro, muy cerca del río, y luego de una semana lo contactó un ‘coyote’ que uno de sus hermanos le pagó desde Estados Unidos tres mil dólares.
“Me buscó el ‘coyote’ en el hotel y luego de varios días comenzamos a caminar rumbo el río, lo cruzamos hasta llegar a Laredo, Texas”, explica.
Pero no iba solo, el ‘coyote’ había contactado a 14 personas, las que dividió en dos grupos; uno de ellos cruzó y llegó a la vecina ciudad sin problemas. En el otro grupo estaba él, y para su mala suerte los agentes de migración los detectaron y los detuvieron a todos en el Check Point de Laredo, Texas, por lo que su meta se truncó.
Pero el ‘coyote’ no los acompañó ni los guió en esta aventura. Solo los cruzó y les dio un celular por el que les daba instrucciones por donde caminar, y así lo hizo este joven junto con el grupo. Ya habían cruzado la ciudad y emprendieron el viaje a pie por veredas cercanas a la carretera, pero fueron detectados por los radares y los detuvieron a todos, menos al ‘coyote’ que regresó a Nuevo Laredo por el río.
“Nos dejó solos y nos abandonó, porque se comunicaba por el teléfono y nos guiaba con un GPS, un mapa, y así nos guiamos con el teléfono, hasta que nos detuvieron porque nos abandonó”, explica tras señalar que no fueron maltratados por los agentes, aunque fueron esposados para llevarlos a un centro de detención de inmigrantes indocumentados.
Fue llevado a un pequeño cuarto cerrado de cuatro por cinco metros cuadrados, al que le llaman ‘La Hielera’’, y durante cinco horas soporto el intenso frío del interior de este lugar, ya que se movía constantemente para entrar en calor, puesto que solo le dieron una ’manta’ de aluminio rellena de fieltro para cubrirse del frío.
Este lugar no cuenta con camas, ni calefacción; solo el frío piso que sirve de cama y las heladas paredes que de acuerdo a José Antonio, no se pueden ni tocar por lo heladas que están. “Nos dieron unos aluminios a los niños que había allí para cubrirnos del frío, y no nos dieron nada para comer y así nos deportaron por el puente.
Al pasar las cinco horas de encierro, lo sacaron para deportarlo a México por esta ciudad, pero antes lo entregaron a los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), quienes a su vez lo entregaron al personal del Sistema DIF, para su traslado al Centro de Atención para Menores Fronterizos (Camef), en donde hacen el trámite para el retorno a su comunidad, en Chiapas, o esperar que llegue algún familiar por él.
Sin embargo, la determinación de José Antonio es la misma a pesar de todo lo que pasó en su peregrinar, ya que está decidido a cruzar a como dé lugar, y aunque esta fue la primera vez, “en una segunda vez ya tendré la experiencia de saber cómo cruzar, y seré más inteligente para que no me atrapen.
Y es que los tres mil dólares que pagó su hermano para el cruce, le garantiza un segundo y tal vez un tercer intento, por lo que está en espera de salir del DIF para reiniciar esta peligrosa aventura que ya cobró la vida de decenas de migrantes en su intento por cruzar a Estados Unidos.
Este mes fueron rescatados vivos seis migrantes en el área de Acuña, pero de acuerdo a reportes de medios de Reynosa y Mc Allen, en agosto un hombre, una mujer y sus tres hijos perdieron la vida en el río.
Hasta mayo de este año Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos reportó que habían sido deportados a México cerca de 132 mil migrantes.