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“El Nerón” del narco: El cabecilla de los Zetas que prefería ver en llamas a Nuevo Laredo antes que perder la plaza contra el Chapo


La plaza de Nuevo Laredo Tamaulipas, en la frontera con Estados Unidos, siempre ha sido un lugar muy codiciado para el cártel de Sinaloa, su ubicación estratégica le daría acceso inmediato al mercado estadounidense.

Este deseo fue el inicio de la guerra entre Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, fundador del cártel de Sinaloa, y Heriberto Lazcano “El Lazca”, cabecilla de Los Zetas y uno de los más sanguinarios narcos que se recuerden en México.

“Lazcano es como Nerón: prefiere ver al país en llamas antes que perder la guerra ante el Chapo Guzmán o ante el gobierno que lo defiende… pertenece a una generación de narcotraficantes sin miedo a la muerte y al caos. Entre ellos han convertido a México en un cementerio, escribió en 2010 a periodista Anabel Hernández en su libro “Los señores del narco.”

La guerra entre los dos carteles por el control territorial de las fronteras empezó en 2002 y se volvió cada vez más sanguinaria. La consultora de seguridad Stratfor detalla en su informe anual de 2012 que Los Zetas, un grupo de militares desertores caracterizado por sus métodos sanguinarios y extrema crueldad -a ellos se les atribuye el inicio del desmembramiento y disolución de cuerpos-, entonces tenían presencia en 17 estados del país, mientras que el cártel de Sinaloa, operaba en 16.

Tamaulipas está ubicado en el noreste mexicano tiene una frontera de 400 kilómetros con Estados Unidos, por lo cual es un sector clave para el traspaso de la droga de Centroamérica a ese país. Este sector era controlado por Los Zetas, refugiados en la ciudad de Nuevo Laredo.


Sin embargo, una alianza del cartel del Golfo (desplazado de allí por los Zetas) con el ‘Chapo’ Guzmán convirtió esta zona en un territorio de batalla.

El Lazca y sus múltiples caras

Lazcano nació en 1974 en Hidalgo, ingresó en el ejército mexicano en la década de 1990 y unos ocho años más tarde, tras alcanzar el grado de cabo, se retiró para sumarse a un grupo de sicarios encargado de dar protección del líder del cartel del Golfo, de Osiel Cárdenas, detenido en 2003 y extraditado a los Estados Unidos.


"El Lazca" (de camisa blanca) en una de sus últimas fotografías (Foto: archivo)

La crueldad de Lazcano era tal, que según los testimonios de algunos de sus lugartenientes, solía arrojar a algunas de sus víctimas a los animales salvajes que tenía en una de sus haciendas.

Otros testimonios señalan que los hombres de Lazcano obligaban a algunas de sus víctimas a enfrentarse entre sí a muerte por pura diversión. Sin contar que le gustaba cocinar a sus rivales para luego servirlos en platillos tradicionales a los seguidores de su organización criminal.

Después de su ruptura con el Cartel del Golfo, Los Zetas se consolidaron como una de las dos mayores organizaciones del narcotráfico, extendiendo su rivalidad con el cartel de Sinaloa de Joaquín “El Chapo” Guzmán, según la consultora estadounidense en temas de seguridad Stratfor.

En 2009, las autoridades mexicanas incluyeron a Lazcano en la lista de 37 mayores narcotraficantes y ofrecieron por su captura o muerte USD 2.3 millones. Estados Unidos ofrecía por su parte USD 5 millones.


Guzmán Loera siempre anheló la plaza de Nuevo Laredo (Foto: ARCHIVO)

Bajo el mando de “El Lazca”, Los Zetas están considerados responsables de algunas de las mayores matanzas realizadas por grupos de narcotráfico, como la de 72 migrantes de Centro y Sudamérica en agosto de 2010 en San Fernando y la de 52 personas en un incendio provocado en el Casino Royale de Monterrey, en 2011.

El Verdugo, murió la tarde del domingo 7 de octubre de 2012 en Progreso, Coahuila, durante un enfrentamiento con miembros de la Marina. Su cuerpo desapareció del Servicio Médico Forense, sin embargo, el gobierno aseguró que se le pudieron realizar las pruebas suficientes para asegurar que se trataba del narcotraficante.


El Lazca murió hace siete años en un enfrentamiento con la Marina (Fotos: archivo)

La versión sobre la desaparición es que sicarios del cártel quisieron rescatar el cuerpo para poderlo sepultar sin que hubiera más investigaciones y para evitar enfrentamientos durante el sepelio.

La guerra por el territorio continúa entre las distintas células de Los Zetas, remanentes del cártel del Golfo y el cártel de Sinaloa.