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"La frontera olvidada"


La frontera chica está formada por los cinco municipios entre Nuevo Laredo y Reynosa. Juntos forman una estrecha franja totalmente alejada del resto de Tamaulipas. Al sur tienen el estado de Nuevo León, y en el norte está Texas. Las ciudades cabecera de estos municipios en la frontera están separadas de EE.UU. por apenas decenas de metros.

La zona es conocida por su turismo de caza que atrae incluso a estadounidenses, pese a que Tamaulipas es el único estado mexicano fronterizo al que Washington pide no viajar a sus ciudadanos debido a sus niveles de "crímenes y secuestros". También aquí se encuentra la Cuenca de Burgos, el yacimiento más importante de gas natural no asociado de México, e instalaciones de la petrolera estatal Pemex.

"Es una zona de contrabando de todo tipo de productos ilegales. Principalmente cocaína, pero también armas, gasolina. y, por supuesto, personas", comentó Diego Osorno, autor de "La guerra de Los Zetas" y gran conocedor de la región. Aseguró que su ubicación estratégica como puerta de entrada más cercana al este de EE.UU. hace que mucha de la droga que se consume en ciudades como Washington o Nueva York pase por esta frontera.

"Pero la disputa de los distintos grupos existentes en la zona no es por controlar solo el tráfico de droga: es por controlar un territorio donde puede circular el mercado negro de tráfico a EE.UU. de ida y vuelta, sin la supervisión de la ley", le explicó Osorno a BBC Mundo.

Guadalupe Correa-Cabrera, profesora de la universidad George Mason de EE.UU. y experta en crimen organizado, resume en cuatro palabras por qué esta zona se convirtió en una puerta abierta al tráfico ilegal: "Es la frontera olvidada".

La autora del libro "Los Zetas Inc." subrayó también el alto número de funcionarios de uno y otro lado de la frontera que fueron vinculados a actividades de corrupción o el crimen organizado para entender "por qué este negocio ha sobrevivido por tantos años". BBC Mundo solicitó una entrevista con el vocero de la Secretaría de Seguridad de Tamaulipas pero no obtuvo respuesta.

Infierno para migrantes

El tráfico ilegal de personas es otro de los grandes negocios de los grupos criminales en la zona. Desde el centro de México, la ruta más corta hacia EE.UU. es el sur de Texas. Miguel Alemán, en la frontera chica, es precisamente uno de los principales puntos de cruce ilegal hacia este estado. Los migrantes que fueron asesinados en la zona fronteriza del noreste mexicano en los últimos años pudieron ser víctimas de distintos escenarios en su ruta hacia EE.UU., según Osorno.

"Uno es cuando un grupo criminal los intercepta e intenta obligarlos a trabajar para ellos, ya sea pasando droga a EE.UU., trabando como espías o armándolos para participar en enfrentamientos. Muchos migrantes se resisten y pueden acabar asesinados", detalló.

Otro escenario es cuando los criminales identifican que los migrantes vienen conectados por un traficante o "coyote" que tiene vínculos con la banda rival. "Para ellos cabe el riesgo de que sus rivales terminen reclutando a esas personas y entonces decide atacarlos, tanto a migrantes extranjeros como mexicanos. Todo el tiempo se están mandando mensajes entre bandas", aseguró el experto.

Según Correa-Cabrera, el crimen organizado en la zona se fragmentó y especializó hasta el punto de que hay grupos que funcionan "como una empresa transnacional, más sofisticada, en la que hay distintos actores que ofrecen ese servicio" de tráfico de personas.

"Estos grupos controlan la zona, deciden si dejan pasar a los migrantes, los tienen cautivos en casas de seguridad a lo largo del camino y operan ahí porque, por supuesto, tienen vínculos con el cartel".

Vivir alerta y con miedo

Aquel año 2010, la ciudad de Mier en esta frontera se convirtió en una auténtica batalla campal entre el Cartel del Golfo, que tradicionalmente tuvo el control de la zona, y su antiguo brazo armado, Los Zetas. Cientos de habitantes tuvieron que escapar de sus casas.

La mecha ya se encendió nueve años antes, cuando fue capturado en Camargo, también en la frontera chica, uno de los máximos dirigentes del Cartel del Golfo: Gilberto García Mena, el June. Pero fue en el 2007, con la guerra contra el narco declarada por el presidente Felipe Calderón, que la violencia en la zona explotó y comenzaron las masacres y ejecuciones continuas propias de un área de guerra.

En los últimos años, tras la detención o muerte de muchos de los líderes de Los Zetas, el grupo se dividió en el Cartel del Noreste y Los Zetas Vieja Escuela. Estas dos células y el Cartel del Golfo se siguen disputando el control de la frontera chica, a veces también con apariciones esporádicas en la zona de otros grupos como el Cartel Jalisco Nueva Generación.

Es así como en la actualidad, aunque la violencia no es comparable al infierno vivido a inicios de la década pasada, la realidad obliga a los vecinos de la frontera chica a vivir, dijo Osorno, bajo una especie de síndrome de Beirut. "Aceptan que la normalidad es ver caravanas de hombres armados recorriendo las calles sin ser militares, retenes del ejército por todos lados, balaceras en la noche", detalló.

El periodista tamaulipeño Carlos Manuel Juárez recordó cómo la apertura de un cuartel militar hace algunos años en Mier ayudó a que algunos vecinos regresaran a vivir allá. Sin embargo, la mayoría son personas mayores, ya que los jóvenes optar por migrar a EE.UU. o a ciudades cercanas más grandes. "La gente vive alerta y con miedo, pero ha aprendido a vivir en un contexto de violencia continua", manifestó.

Zona silenciada

Osorno calificó de dramática la situación en esta zona y que, sin embargo, logró muy poca atención respecto a otras partes de la frontera mexicana. Recordó por ejemplo grandes masacres en la región como lo que ocurrió con las 49 personas que aparecieron desmembradas en 2012 en Cadereyta, Nuevo León. O la masacre de 2011 en Allende, Coahuila, de la que se desconoce el número exacto de víctimas aunque algunos estudios sugieren que pudieron haber sido 300.


"Tú dices Tijuana y la gente entiende que hay un historial de violencia. También en Ciudad Juárez, en Sinaloa. Sin embargo, creo que esta frontera chica tuvo un nivel de violencia mucho más atroz, pero es casi imposible documentar lo que ocurre ahí", lamentó.

Además, aseguró que "el nivel de corrupción, de complicidad entre los grupos criminales y el Estado es tan alto que es imposible hacer periodismo ahí". Juárez, originario de Tampico en el sur de Tamaulipas, dio fe de las enormes dificultades que los medios de comunicación tienen para reportar lo que sucede en la frontera chica por el gran riesgo al que se exponen.

"Hay que pensarse y planear bien ir allí porque no es tan sencillo entrar. Y si entras, tampoco es tan fácil salir. Esa zona sigue siendo la más silenciada de Tamaulipas", reconoció a la vez que expresó el papel de los vecinos al denunciar lo que ocurre en la zona a través de las redes sociales.

Sobre el hallazgo de los cuerpos calcinados el pasado fin de semana, comentó que es una demostración de que "esa zona sigue siendo un territorio de terror" y se confesó pesimista sobre el futuro de la frontera chica. "Pueden poner ahí a los mejores policías y no se va a solucionar, porque son tantas brechas las que existen, es tanto terreno que es casi imposible controlar una región así", determinó.

"Desgraciadamente, lo que recién ocurrió en Camargo puede seguir pasando, porque no hubo una intervención radical por parte de las autoridades estatales y federales para solucionar el conflicto tan grande que se vive en el noreste de México".